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Una solución que podría salvar al Lerma

     La cuenca Lerma-Chapala, la cual nace en el Estado de México, atraviesa Guanajuato, Querétaro, Michoacán y desemboca en Jalisco, es una región estratégica que concentra más del 10% de la población del país y genera anualmente alrededor del 10% del Producto Interno Bruto nacional (PIB), ya que agrupa los corredores industriales más importantes. No obstante, su contaminación ha ocasionado un severo impacto en aspectos sociales, económicos y ambientales. De acuerdo a un estudio realizado en 2016 por investigadores del Instituto Nacional de Ecología (INE) y la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el río Lerma es el más contaminado de la cuenca. Sin embargo, desde el 2015 ya había sido declarado a nivel nacional como río “muerto” (Arriaga, J., 2016). Por consiguiente, para su protección son indispensables el reforzamiento y la actualización de las leyes que regulan la descarga de sustancias químicas tóxicas a los cuerpos de agua, así como su monitoreo por parte de expertos.

     En el aspecto social, las consecuencias se han visto reflejadas en la salud de las poblaciones cercanas al río. Un claro ejemplo son las ciudades de Pénjamo y La Piedad, consideradas el epicentro mundial de neurocisticercosis y diagnosticadas como las comunidades con mayor incidencia de enfermedades epidemiológicas a nivel nacional, según ha informado en repetidas ocasiones el médico Javier Saldaña, presidente de la Asociación civil “Salvemos al Lerma”. Ocupan además, los primeros lugares nacionales en casos de leucemia y cáncer infantil (La Voz de Michoacán, 2016). Infecciones gastrointestinales, tifoidea, disentería, gastroenteritis, cólera, infecciones oculares y óticas, también son atribuidas por los doctores al contacto directo o indirecto con las aguas del Lerma (Arriaga, J., 2016). El incremento en el índice de éstas enfermedades es otra de las muchas razones que ameritan exigir un mayor compromiso por parte del gobierno para disminuir gradualmente los problemas de salud.

     Ahora bien, existe una seria afectación en la economía debido a que el incumplimiento de las leyes y la falta de control de las descargas implican mayor inversión y pérdidas, como ocurrió en 2015, cuando la PROFEPA clausuró 31 compañías que contaminaban al río. Esto significó, además, un total de 53.1 millones de pesos en multas (Excelsior, 2015). Según Omar Aguilar, representante de la Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad, la cuenca del Lerma ha sido una de las que más inversión ha recibido para su saneamiento; sin embargo, la contaminación sigue presente. Asimismo, las plantas de tratamiento de aguas residuales representan una inversión millonaria por parte del gobierno que no ha generado cambios importantes en las condiciones del río. En Chapala, casi la mitad de las plantas de tratamiento no funcionan, ya sea por cuestiones financieras o por falta de tecnología necesaria, y algunas otras, como Reciclagua, en el Estado de México, contrario a su deber, emiten contaminantes (Del Castillo, A., 2014). Es por esto que es indispensable seguir las soluciones que Greenpeace documentó en su estudio Ríos tóxicos, Lerma y Atoyac: un vertido cero, actualizar la legislación, asegurar su cumplimiento, y además, garantizar la existencia de expertos que monitoreen de manera frecuente y transparente tanto a las empresas como a los lugares de descarga (Guevara, S., Arellano, O., & Fricke, J., 2014).

     Por último, el daño ambiental que han provocado los desechos tóxicos de las empresas ha evitado el desarrollo de flora y fauna. En una entrevista con Carlos Viesca, investigador de la Facultad de Gastronomía y Turismo de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEM), éste mencionó que desde 1950, el Río Lerma ha perdido más del 50% de su fauna, la mayoría comestible, nutritiva y de valor histórico (El Universal, 2011). Según sus investigaciones, Viesca indicó que algunas de las especies extintas son el ajolote, variedades de ranas, peces y patos de la región, y advierte que las especies que aún quedan podrían desaparecer en 4 años. Esto comprueba que la ausencia de personal que regule la descarga de sustancias tóxicas, así como la alta permisividad por parte del gobierno en cuanto a las leyes, han contribuido a la alteración del ecosistema acuático del río.

En resumen, la falta de un serio compromiso político, de actualización de las normas de descarga, de infraestructura apropiada, y la ausencia de organismos transparentes que regulen y aporten información veraz sobre las descargas, emisiones y fugas de sustancias químicas peligrosas, han ocasionado que las medidas tomadas por el gobierno para el cuidado y el saneamiento del Río Lerma sean insuficientes. Es importante exigir al gobierno que el monitoreo de las empresas sea más frecuente y esté evaluado por especialistas externos mediante análisis exhaustivos, de manera que podamos cerciorarnos del correcto funcionamiento de las industrias con el fin de lograr una mejor calidad de vida de las personas y revivir el Río Lerma.

Autores: Diana Laura Aguirre Ovalle, Susana Ordaz Montero y Laura Valeria Peña Solís.

Excelsior. (2015). Clausura Profepa 31 empresas por contaminar el Río Lerma. Excelsior. Recuperado de: http://www.excelsior.com.mx/nacional/2015/04/15/1018919

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